ACEPTAR LOS CAMBIOS CON ACTITUD MINDFULNESS

"La vida es un constante fluir de cambios; aprender a aceptarlos con serenidad nos permite encontrar la paz en medio de los vaivenes cotidianos."

La vida es maravillosa y cada día presenta miles de momentos por los que estar agradecidos, pero no es estable ni lineal. Aún cuando pensamos que tenemos todo resuelto, puede ocurrir algo que nos saque de nuestro estado de confort. Es algo natural que ocurre en todo tipo de vidas, da igual el nivel social, la formación académica o la zona en la que vivas. Todos estamos expuestos a los cambios y fluctuaciones del entorno y de nuestra propia vida. Saber que antes o después nos enfrentaremos a cambios, puede ser algo desafiante. Pero aprender a aceptar los vaivenes de la vida con una actitud mindfulness es la clave que marcará la diferencia en nuestra respuesta a los cambios, en cómo nos afectan y en nuestra calidad de vida. 

En los párrafos siguientes voy a hablar de cómo afrontar los cambios desde el punto de vista del mindfulness. Pero tratar de sobrellevar las situaciones que nos presenta la vida lo mejor posible, no quiere decir que no puedas sentirte mal ante un cambio que te supone tristeza, incertidumbre o sorpresa. Tienes todo el derecho a sentir las emociones que se presenten acompañando al cambio. Es más, es bueno sentir esas emociones y permitir que fluyan. Tomate tu tiempo para asimilar lo que ha ocurrido, para dejarte sentir y experimentar. Lo que sí queremos evitar es que la tristeza, la añoranza o el desconsuelo, se apoderen de tu mente y tu cuerpo, y que esto marque el curso de tu vida durante un período mucho más largo de lo conveniente. Dejarse arrastrar por pensamientos dañinos puede ser muy perjudicial para la salud tanto física como mental.

La práctica de la atención plena nos permite abrazar el presente, incluso cuando enfrentamos transiciones y transformaciones. Aquí te presento algunas sugerencias para cultivar la aceptación consciente en medio de los cambios.

Conciencia del presente:

Antes de poder aceptar un cambio, es crucial estar plenamente consciente del momento presente. La atención plena nos ayuda a desconectarnos de las preocupaciones sobre el pasado o el futuro y a enfocarnos en lo que está sucediendo ahora.

En las prácticas formales de mindfulness, la propuesta, a menudo,  es respirar profundamente y sentir cada inhalación y exhalación, para centrarse en el momento presente. Ante un cambio inesperado, puedes tomar unos momentos para sencillamente respirar y tomar conciencia de lo que está ocurriendo.

Aceptación sin juicio:

La aceptación a menudo se ve obstaculizada por el juicio. A nuestra mente le suele gustar juzgar las experiencias como “esto me gusta”, “eso no me gusta”, “esto no debería haber pasado”, “no me lo merezco” y razonamientos por el estilo.

Ante estos juicios, podemos proponernos practicar la observación de los pensamientos y emociones, relacionados con el cambio, sin juzgarlos. Permítete sentir lo que sientes sin tener que reaccionar ni opinar ante ello. Se trata de observar, como un testigo neutral. 

Observar sin juzgar implica adoptar una posición desapegada del pensamiento. En lugar de identificarse completamente con los pensamientos y emociones, y dejarse atrapar por ellos, se trata de separarnos un poco de ellos. Esto permite verlos como eventos mentales y emocionales temporales, como algo que tiene un principio y un final, en lugar de algo con lo que identificarnos que nos invade y nos hace actuar de forma automática. Toma consciencia y observa el cambio que tienes ante tí sin apego, sin rechazo y sin juicio.

Cambio como oportunidad:

Es cierto que puede resultar difícil sacar algo positivo de algunos cambios, pero tener en mente que esto es posible, nos dará una perspectiva más sosegada sobre lo que nos deparan los cambios. En lugar de ver los cambios únicamente como amenazas, podemos tratar de verlos como oportunidades para crecer y aprender. Cada cambio, por difícil que sea, puede llevarnos a nuevos caminos y posibilidades. Mantén una mente abierta y curiosa, que vea un horizonte con posibilidades en lugar de una puerta cerrada. 

Práctica de la gratitud:

La gratitud puede ser un poderoso antídoto contra la resistencia al cambio. Agradece por las experiencias pasadas, por el presente y por las oportunidades futuras que el cambio puede traer. La gratitud nos conecta con el lado positivo de la vida, incluso en medio de la incertidumbre. Enfócate en identificar aspectos positivos, por pequeños que sean, dentro de la situación de cambio. Pregúntate a ti mismo qué oportunidades o lecciones valiosas podría ofrecer esta nueva circunstancia. Si no eres capaz de ver nada positivo o por lo que estar agradecido, hazte la pregunta desde una perspectiva desapegada. Si no fueses tú la persona que está viviendo el cambio y se tratase de otra persona ¿Qué aspecto positivo o aprendizaje podrías hacerle ver?

Enfócate en lo que permanece constante:

Aunque las circunstancias cambien, hay aspectos de tu vida que probablemente permanezcan constantes, como el apoyo de amigos, tu resiliencia o tus habilidades. 

Al enfocarte en lo que permanece constante, puedes experimentar una sensación de seguridad emocional. Esta seguridad no proviene de la estabilidad externa, que puede ser efímera, sino de la conexión con elementos internos y externos que son consistentes y confiables. Por ejemplo, es posible que pierdas tu empleo, pero aún tendrás a tu familia, tus amigos, tus hobbies y otras fuentes de satisfacción interna que puedes cultivar para conseguir paz mental. 

Actúa sobre lo que puedes controlar:

Aceptar el cambio no significa que debas resignarte pasivamente. Identifica las áreas que puedes controlar y trabaja en ellas. Al concentrarte en lo que puedes cambiar, te empoderas y te alejas de la sensación de impotencia. En situaciones de cambio, hay aspectos que puedes controlar y otros que escapan a tu influencia. El primer paso es discernir entre estos dos. Por ejemplo, tus reacciones emocionales, decisiones personales y acciones son controlables, mientras que factores externos como las decisiones de otras personas o eventos impredecibles pueden estar fuera de tu control. Imagina que un buen amigo se ha cambiado de país y le echas mucho de menos. La decisión de que él o ella se haya mudado, no ha estado bajo tu control, así que poco puedes hacer. La decisión de cómo afrontar esta nueva situación sí está bajo tu área de influencia.

Además, preocuparse demasiado por aspectos fuera de tu control puede llevar a la ansiedad y al estrés innecesarios. Actuar sobre lo que puedes controlar implica liberar la preocupación sobre lo incontrolable y enfocarte en utilizar tu energía de manera más constructiva.

Cultivar la resiliencia:

La resiliencia es la capacidad de adaptarse y recuperarse de las adversidades. Fortalece tu resiliencia a través de la aceptación, la flexibilidad y la autoafirmación. Recuerda que eres más fuerte de lo que piensas y que puedes superar cualquier desafío que se presente. Ser resiliente es como hacer ejercicio para tus emociones. Cada vez que enfrentas un cambio, te vuelves más fuerte y aprendes a lidiar con las cosas de una manera más valiente y positiva.

Prácticas mindfulness cotidianas:

Integra la atención plena en tu rutina diaria. No podía dejar de mencionar el poder que la meditación, la respiración consciente y la atención plena en las actividades cotidianas pueden tener en  fortalecer tu capacidad para aceptar los cambios con paciencia y calma. Dedica unos minutos cada día para conectarte contigo mismo y nutrir tu paz interior.

Algunas prácticas que pueden ayudarte especialmente son las de autocompasión. La autocompasión promueve la práctica de tratarte a ti mismo con amabilidad. Desde el punto de vista del mindfulness, esto implica ser consciente de tu diálogo interno y cambiar la crítica por palabras y pensamientos amables. Tratarte a ti mismo con amabilidad durante los cambios puede ayudar a reducir el estrés y la resistencia emocional. ¿Cómo tratarías a un niño o un amigo querido con dificultades? Pues trátate a ti mismo de la misma manera.

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