Si condicionas tu felicidad a cosas que no dependen completamente de ti,
haces que parte de tu bienestar dependa del azar.
Muchas veces, pretendemos tener el control de todo lo que nos rodea. Y si no conseguimos controlarlo nos estresamos o sentimos ansiedad. Otras veces, podemos llegar a pensar que no podemos hacer nada por cambiar nuestra situación y pensamos que debemos dejarnos llevar y abandonar cualquier intento de cambio. Ninguna de las dos actitudes nos beneficia. La clave está en distinguir en qué cosas podemos realmente influir y en cuáles no y centrar nuestros esfuerzos y atención en aquellas sobre las que podemos influir.
Así que hay dos extremos:
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La creencia de que podemos hacer que otros cambien y que conseguiremos cambiar todo lo que nos propongamos del exterior. Al no conseguirlo esto nos causa un gran estrés, pasa factura a nuestro estado de ánimo y puede terminar ocasionándonos problemas físicos.
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Pensar que no podemos hacer absolutamente nada por cambiar nuestra vida y dejarnos arrastrar por sentimientos de ansiedad e impotencia. Esto nos llevaría a un estado de depresión, al creer que nada de lo que hagamos servirá para mejorar nuestras sensaciones internas.
Tenemos que aceptar esto:
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Es imposible controlar una gran cantidad de cosas de nuestro entorno. Por tanto, es importante distinguir lo que sí podemos decidir y tener bajo control lo que no.
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Sí que podemos hacer (y mucho) por mejorar nuestra percepción de bienestar y dejar de sufrir. La cuestión es enfocarnos en la manera más adecuada de hacerlo. No será desde el exterior, sino desde el interior.
Aprendizaje de los estoicos
Los estoicos ( escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en el 301 a. C) nos enseñaron con su filosofía que, aunque no podemos controlar muchas cosas que nos pasan en la vida, lo que sí podemos controlar es nuestra percepción de estos hechos. Este enfoque nos ayudará a llevar una vida más satisfactoria.
Ellos estaban convencidos de que podemos, a través de nuestra forma de afrontar las situaciones, alcanzar un estado de serenidad, alegría y fortaleza mental. Defendían el hecho de que lamentarnos y preocuparnos por cosas que no podemos cambiar es una especie de autosabotaje malsano.
“Solo hay un camino hacia la felicidad: dejar de preocuparse por las cosas que están más allá del poder de nuestra voluntad”. Epicteto.
Este filósofo estoico pensaba que preocuparnos, quejarnos y gastar mucha energía emocional en aquellas cosas que no podemos cambiar es una forma de agotamiento psicológico que llevará a la depresión y un estado emocional muy bajo.
Por el contrario, lo que sí podemos hacer es centrarnos en aquello sobre lo que sí podemos actuar.
“Es ridículo no intentar evitar tu propia maldad, lo cual es posible, y en cambio intentar evitar la de los demás, lo cual es imposible […] No necesitas estar nervioso o molestar tu alma por cosas que no puedes controlar. Estas cosas no están pidiendo que las juzgues. Déjalas en paz”. Marco Aurelio
Es algo sencillo, aunque requerirá entrenamiento ya que no estamos acostumbrados a enfocar nuestra vida de esta forma.
Ante un problema o situación que no te guste pregúntate:
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¿Puedo realmente hacer algo para cambiar esto?
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Si no puedo cambiar el hecho en sí: ¿puedo cambiar la forma en que estoy respondiendo y cómo lo estoy enfocando?
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¿Puedo manejar la situación de una manera diferente a cómo lo estoy haciendo?
Centrarnos en lo que sí podemos cambiar nos otorga el poder de decidir. Decidimos sobre cómo queremos vivir nuestras vidas, qué emociones queremos fomentar y cuáles no, en qué pensamientos nos vamos a centrar y cuales vamos a tratar de reducir. Esta es la auténtica libertad, tener la capacidad de decidir cómo queremos SER en nuestro interior.
“Recuerda que todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad […] Si estás afligido por algo externo, ese dolor no se debe al acontecimiento en sí, sino al significado que le das, y tienes el poder de eliminarlo en cualquier momento […] Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás la fuerza”, escribió Marco Aurelio.
El ejemplo de Viktor Frankl
En una época más moderna, tenemos el ejemplo de Viktor Frankl, un neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco, fundador de la logoterapia y del análisis existencial. Sobrevivió desde 1942 hasta 1945 en varios campos de concentración nazis, incluidos Auschwitz y Dachau.
Tras ser liberado de los campos de concentración contó su experiencia en el conocido libro “El hombre en busca de sentido”. Este libro está repleto de inspiración para superar situaciones de extremo sufrimiento.
Viktor Frankl sobrevivió en los campos de concentración en los que no podía hacer absolutamente nada por cambiar su situación. Sin embargo nunca perdió la capacidad de encontrar paz en su interior.
Te dejo un par de frases de su libro:
“Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.
“Nuestra mayor libertad humana es que, a pesar de nuestra situación física en la vida, ¡siempre estamos libres de escoger nuestros pensamientos!”
Volviendo a los estoicos, a continuación te propongo un ejercicio para entrenar la mente y el ánimo y ser capaz de asumir lo que no podemos cambiar y lo que sí y ponerlo en práctica en nuestra vida.
Puedes hacer este ejercicio ante un problema puntual que se te presente o bien hacerlo como un diario. Si lo haces con una situación puntual analiza el caso en concreto. Si lo haces como un diario, escribe cada día, qué cosas han ocurrido sobre las que no podías hacer nada para que fuesen de otra manera y qué cosas sí has podido modificar.
Por ejemplo: Hoy llueve.
Esto es algo que no puedes cambiar.
Lo que sí que puedes decidir es cómo respondes:
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Te enfadas porque no te gusta que llueva y te vas a mojar. Estás todo el día protestando.
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O sencillamente observas que llueve y te lo tomas como algo natural que ocurre a menudo y no supone ningún problema.
Si condicionas tu felicidad a cosas que no dependen completamente de ti, haces que parte de tu bienestar dependa del azar.
Ejemplos que cosas que no dependen de ti:
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Todo lo externo a nuestra mente consciente.
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Lo que piensan otras personas y su comportamiento.
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Los accidentes, catástrofes o imprevistos.
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Enfermedades.
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La pérdida de posesiones materiales por diversos motivos.
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La muerte.
Ejemplos de lo que sí depende de ti:
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Tus opiniones. Constantemente juzgamos las cosas como buenas o malas. Podemos probar a “no juzgar”. Te aseguro que se vive con mucha más paz.
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Pensamientos. Podemos decidir si vale la pena dedicar energía a cierto tipo de pensamientos o más bien nos convendría enfocarnos en otros.
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Deseos. Todos tenemos deseos y a veces desear ciertas cosas puede hacernos sufrir. En nuestras manos está qué clase de deseos queremos albergamos.
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Cómo te tratas a ti mismo y a los demás.
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También existen algunos temas que dependen “parcialmente” de nosotros. Por ejemplo, podemos cuidar nuestra salud, a través de buenos hábitos, y esto nos beneficiará, pero hay ciertas enfermedades o dolencias que no dependen de cuánto nos cuidemos.
Se trata de ser equilibrados y conscientes y saber diferenciar las situaciones. No añadas más presión o estrés a tu vida del que ya tienes con las cosas que sí dependen de ti.