EL SILENCIO INTERIOR

No hablar ya te da de por si un considerable sosiego. Si además te ofreces el silencio más profundo del sin pensar, descubrirás en esa quietud una claridad y libertad maravillosas

Thich Nhat Hanh (Silencio 2016)

El silencio forma parte esencial de la práctica meditativa e implica tanto silencio exterior como interior.

Silencio exterior

En el exterior, el silencio sería la ausencia de ruido o sonido.

Este silencio es fácil de conseguir, podemos retirarnos a un lugar tranquilo, donde nadie nos hable o nos interrumpa. Un lugar donde no haya bullicio y todo esté en calma, este sería un silencio físico. Además, podemos autoimponernos no expresarnos verbalmente, así que nosotros tampoco emitiríamos ningún sonido. Dejar de hablar, ya es una ayuda para conseguir el silencio interior. Si permanecemos callados estamos ayudando tanto a obtener el silencio exterior como el interior, y esto contribuirá, de forma significativa, a reducir la actividad de nuestro cerebro.

Silencio interior

El silencio interior no podemos forzarlo. Consiste en la ausencia de ruido en nuestra mente, es un silencio contemplativo. Un estado profundo y sereno de calma mental. Para practicarlo, primero tenemos que tomar la decisión voluntaria de que queremos conseguirlo y estar totalmente convencidos de querer entrenarnos a través de la práctica.

Muchas veces, sobre todo al principio de la práctica, es muy difícil conseguir silencio interior. Cuando nos sentamos a meditar podemos estar en ausencia de ruido, podemos detener las palabras que emitimos, pero nuestra charla mental con nosotros mismos continúa. Quizá hasta se intensifica. Muchas personas notan que al quedarse quietas y sin ruido alrededor, es precisamente cuando su mente más activa se vuelve. Empiezan a recordar cosas o incluso se les ocurren nuevas ideas para solucionar problemas. Personalmente, esto último, me ocurre con frecuencia. Es totalmente normal que esto suceda y no se trata de luchar o renegar de estos pensamientos.

Cultivar el silencio no consiste en dejar de pensar, no es algo que podamos forzar. Tenemos que trabajar en ello desde la amabilidad y la paciencia con nosotros mismos.

La clave es que no tenemos que dejarlo todo en silencio sino «contemplar todo desde el silencio».

Desde el punto de vista de la meditación, lo que hacemos es observar esta charla, darnos cuenta sin rechazarla ni juzgarla y sin aferrarnos a ella.

A medida que vamos siendo capaces de pasar de la charla constante al modo «observador» y nos damos cuenta de nuestros pensamientos y nuestra conversación mental, podremos ir cambiando nuestro patrón de actividad cerebral.

Al continuar practicando con este modo «observador» produciremos los cambios necesarios en nuestro cerebro que darán paso a los grandes beneficios que aporta el mindfulness, entre otros la reducción del estrés, mejor gestión de las emociones, disminución de la ansiedad, etc.

Según avancemos en el cultivo del silencio interior, seremos capaces de observar el mundo de forma silenciosa y observarnos a nosotros mismos interiormente. Esto será muy útil para poder prestar atención a nuestras emociones, sensaciones, pensamientos y estados de ánimo.

Cuando meditamos, dejamos de «alimentar» los pensamientos que surgen, dejamos de apegarnos a ellos y de forma natural surgirá el silencio interior.

Imagina que tu mente es un fuego, chisporroteando con muchos pensamientos. Este fuego se alimenta de la leña que le vas echando. Pero si dejas de alimentar el fuego éste se irá apagando poco a poco y entrará en reposo. Esto mismo pasará con tu mente si dejas de «atizar» tus pensamientos, irá entrando en un sosiego profundo.

¿Cómo es para ti el silencio interior? ¿Qué notas cuando lo practicas?

Un gran abrazo,

Sara

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