Vacaciones: ¿descanso o más estrés?
En España estamos empezando el mes por excelencia de las vacaciones, en agosto muchos negocios cierran y todo se paraliza. Este año, he reflexionado mucho sobre cuál sería la mejor forma de disfrutar las vacaciones y he llegado a algunas conclusiones. ¿Cómo las disfrutas? Alguna vez he escuchado la frase “necesito unas vacaciones de las vacaciones”, e incluso yo he llegado a pensarlo :))
Antes, en la vorágine que solía ser mi vida, me gustaba “aprovechar” las vacaciones para hacer aún más cosas. Todo tenía que estar planificado y sin tiempos muertos. Si visitaba una ciudad tenía que verlo todo, pero todo, todo. Y si iba a la playa o a la montaña tenía que hacer excursiones, cuantas más mejor. Es decir, sustituía una forma de estrés por otra.
Llenar todo el tiempo libre de muchas actividades suele indicar una carencia. En mi caso, la realidad era que no me sentía a gusto conmigo misma y mis pensamientos, así que cuanto menos tiempo tuviese para pensar mejor. Las múltiples actividades parecían llenar un vacío en mi vida.
La pena es que muchas veces no disfrutaba el momento, porque no había terminado aún una actividad, cuando ya estaba pensando en la siguiente. Además me preocupaba por absolutamente todo. Quería que las vacaciones fueran perfectas para mi y para las personas que viajaban conmigo. Que todos lo pasasemos genial y no hubiese ningún contratiempo. Como si eso fuese lo que suele ocurrir en la vida… que no haya contratiempos…
Sufría por muchas cosas:
- Si algún plan se retrasaba.
- Si alguien no lo estaba pasando tan bien como yo pensaba que debía hacerlo.
- Si un día hacía mal tiempo.
- Si una excursión no era tan divertida como esperaba.
- Si sentía que alguien o yo me aburría. El aburrimiento estaba prohibido: SOS.
- Si el alojamiento no cumplía las expectativas.
- Si la comida del día no estaba deliciosa o el camarero había sido poco amable.
En fin, que sufría por absolutamente todo.
Pero afortunadamente esto ha cambiado y ha hecho que mis vacaciones sean un momento de auténtico disfrute. Hacer menos y vivir más el momento presente ha transformado mi punto de vista sobre las vacaciones que quiero disfrutar. Y creo que a mi familia también le ha beneficiado este cambio de actitud.
Ahora, desde un punto de vista consciente, me planteo mi tiempo libre desde la calma. Más como una oportunidad de conexión conmigo misma y mis seres queridos que como una gincana . Ya no quiero ir de un lado para otro recolectando fotos y experiencias que no degusto. Por supuesto, me sigue gustando hacer turismo o visitar lugares emblemáticos o paisajes naturales. Soy una persona curiosa e inquieta y eso no ha cambiado. Lo que ha cambiado es la forma en que lo hago. Ya no siento que tenga que exprimir hasta el último minuto. Ahora busco el equilibrio entre visitar un monumento, por ejemplo, y luego tomar una comida de forma totalmente relajada, sin prisa. Y si no está tan rica como me gustaría pues bueno, no es el fin del mundo.
Reparto mis vacaciones entre hacer y no hacer… Me gusta tomarme unos días para aquello que no puedo tener cuando trabajo, encontrar más momentos de calma y silencio, de quietud y conexión.
Mis vacaciones ideales mezclan estos ingredientes: salir de la rutina, ver algo nuevo y conocer lugares, descanso y mucha actitud mindfulness, es decir, vivir el aquí y el ahora.
Este año he repartido mi tiempo entre un retiro de yoga y meditación en la naturaleza, un par de días para no hacer nada… y una semana con mi familia en una playa. Todo muy sencillo, pero todo muy gratificante.
¿Cómo son tus vacaciones ideales?
Sugerencias para unas vacaciones disfrutonas, activas pero con conciencia en el aquí y el ahora. Es más importante tu actitud que el destino o las actividades que realices.
- Si es posible, planifícalas con tiempo. Esto es algo que no siempre se puede conseguir. A veces trabajo y otros quehaceres te impidan tener el tiempo suficiente para investigar sobre el lugar al que vas, alojamientos, donde comer etc. Está claro que lo ideal sería llevar algo medianamente organizado pero si no te es posible, no te preocupes, la improvisación, con buen humor, siempre sale bien. En mi último viaje a París lo único que llevábamos reservado era el alojamiento. Lo que hacíamos cada día lo pensábamos el día anterior por la tarde. Es verdad que por este motivo no pudimos conseguir entradas, por ejemplo, para un monumento. Pero en general todo nos salió bien, disfrutamos mucho de las experiencias de cada día y de la improvisación de lugares para comer o tomar algo. Lo importante es la actitud y la nuestra era muy favorable. Solo el hecho de estar en París era toda una experiencia.
- Simplifica tu equipaje. ¿Cuántas veces has llenado la maleta de ropa y accesorios y luego solo has utilizado la mitad? Era experta en eso, de hecho, cuanto más grande fuese la maleta mejor. Y confieso que preparar el equipaje también me ocasionaba estrés. Aún no he conseguido hacer una maleta tan minimalista como me gustaría pero estoy en ello. Siento que llevar sólo lo necesario me resulta más cómodo.
- Desarrolla la paciencia. Esto es especialmente importante si realizas tus vacaciones en temporada alta. En esas épocas hay muchos más turistas y te tocará esperar colas en casi todas partes. Así que es un buen momento para revisar tu nivel de paciencia.
- Muestra empatía y compasión por las personas que tienen que trabajar en estas fechas: camareros, recepcionistas, cajeros, etc. Piensa que es posible que estén desbordados y además tengan sus propios problemas. Si tienes que exponer una queja, hazlo, pero de forma constructiva no para hacer daño.
- Disminuye el uso de tu smartphone, redes sociales, y en general de pantallas y tecnología. Nada nos saca más del momento presente que estar pendientes de mensajes, publicaciones diversas, etc.
- Por último, te sugiero cultivar la aceptación. Una aceptación que no significa resignación sino una mirada consciente que te ayude a ver si está en tu mano cambiar la situación o no. Por ejemplo, si tu vuelo va con retraso, no está en tu mano hacer que salga antes, así que enfadarte y estar protestando horas no te va a ayudar en nada. Si pinchas una rueda o el coche se estropea en mitad de la carretera (me ha pasado varias veces) ocurre igual. En estos momentos lo mejor es mantener la calma y ver las opciones más favorables para sufrir lo menos posible.
- Olvida el perfeccionismo. Querer que todo salga perfecto nos perjudica en muchos aspectos de la vida. Deja que la vida fluya con sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. Observa lo que te estás exigiendo a ti mismo y a los demás y cambia perfeccionismo por la sensación de fluir y dejarte llevar por cada momento.
Y ahora sólo me queda desearte unas muy felices vacaciones y que disfrutes de ellas sin juzgar todo lo que ocurre. Vívelas momento a momento como una experiencia única e irrepetible. Con unos ojos nuevos, como si fueras un niño o una niña que por primera vez va a la playa o a la montaña o a ese pueblecito pintoresco.