Todos vivimos diferentes formas de conflicto y a veces muy a menudo. Puede ser una pequeña discusión por el destino de las vacaciones en familia, solicitar un aumento de sueldo o negociar la compra de una casa… El conflicto es inherente al ser humano y es mejor saber gestionarlo que verlo como una barrera. Si nos lo tomamos como algo insalvable es probable que nos genere tensión y malestar emocional.
Desde la perspectiva mindfulness podemos seguir unos pasos para tratar de resolver el conflicto de forma que ambas partes salgan beneficiadas. Además el conflicto es ajeno a la persona en sí, es decir, no debemos asociar el conflicto con la persona con la que estamos negociando. De esta forma salvaguardamos la relación y no se verá deteriorada. También debemos verlo como un hecho o un período que tiene su inicio y su fin, los conflictos no duran para siempre.
A continuación detallo algunos aspectos de la resolución de conflictos inspirados en el “Método Harvard” que pueden ayudarnos.
Estrategia win-win.
No se trata de ser vencedores ni vencidos sino de lo que en el mundo empresarial se llama win-win, es decir ganar-ganar. Buscaremos la mejor solución y que ambas partes se sientan a gusto. Por ejemplo, si el conflicto es donde ir de vacaciones quizá podamos revisar los gustos de la familia y tratar de establecer un destino que cumpla con el máximo de requisitos. Está claro que alguien tendrá que ceder pero se trata de que todos sientan que se está contando con ellos.
Negociación
Una vez revisado el motivo del conflicto, podemos pasar a la negociación. Aunque partamos de un punto que pueda parecer competitivo debemos buscar el beneficio mutuo y con unos intereses realistas. Es decir, si un miembro de la familia se empeña en ir de vacaciones a las Islas Maldivas, es probable que no sea algo realista, ya que el viaje tiene un coste muy elevado.
Líneas de comunicación abiertas
Es mejor mantener una comunicación abierta y fluida e interesarnos por los deseos de las otras personas implicadas en el conflicto. Tratar de encontrar lazos que nos unan ayudará a encontrar puntos en común y una mejor solución.
En el ejemplo de las vacaciones es posible que alguien prefiera una zona tranquila y otra persona un lugar con más actividad. Conociendo ambas posiciones se puede buscar un lugar intermedio que ofrezca calma pero que se encuentre cercano a una zona de ocio.
Las opciones
Antes de llegar a la resolución final se puede pasar por una fase de opciones. En ella se analiza y observa las propuestas de cada lado y se trata de acortar diferencias. No se conseguirá un acuerdo hasta que todas las partes sientan que han obtenido algo justo.
Compromiso
Esta es la fase en la que las partes implicadas han llegado a un acuerdo que beneficia a todos y hay que cerrar el compromiso de cumplirlo. Es importante establecer la forma en que se va a llevar a cabo este compromiso para que no quede solo en palabras.
Ahora vamos a ver la actitud con la que afrontar el conflicto desde la perspectiva mindfulness:
No juicio
Trata de no juzgar todo lo que ocurre en el momento de resolver el conflicto. Si entras en una charla interna en la que estás todo el rato catalogando a tu interlocutor y sus intenciones, será difícil que puedas ver la situación de forma objetiva. Cuando eliminamos los juicios la mente se abre y tenemos una visión más clara.
Aceptación
Darnos cuenta de que los conflictos existen y que forman parte de la vida nos ayuda a ir resolviendolos de la mejor manera posible. Aceptar en este caso no quiere decir que nos parezca bien cualquier propuesta que nos hagan. Aceptar es darnos cuenta de que el conflicto existe y no debemos luchar contra él como algo insalvable sino que aceptamos el hecho de que tenemos que negociar.
Despego
Como decíamos al principio, separar el conflicto de la persona en sí con la que estamos negociando nos ayudará a gestionarlo mejor. Si nos dejamos influir por prejuicios hacia la otra parte o por hechos que han ocurrido en el pasado, tendremos un comportamiento sesgado que no nos permitirá llegar a un acuerdo justo.
Amabilidad
Será importante para presentar nuestra propuesta ante la otra persona. Si exponemos nuestra postura desde la calma y la serenidad será mucho mejor acogida que desde la imposición o el autoritarismo.
Paciencia
La necesitaremos para escuchar las propuestas de la otra parte. Si nos impacientamos solo conseguiremos irritación y malestar. Desde la paciencia también podemos darnos cuenta, como decíamos al principio, de que el conflicto tendrá un final antes o después. Conviene tener presente de la transitoriedad del momento.
El conflicto interno
Existe otro tipo de conflictos que es el que podemos llegar a tener en nuestro interior. A veces debatimos hasta el infinito con nosotros mismos ¿Qué podemos hacer en este caso?
Te sugiero un momento de práctica mindfulness para resolver tu conflicto interno.
1º Respira de forma consciente. Trata de observar tu respiración y de que tu exhalación sea más larga que tu inhalación. Prueba a inspirar en 4 segundos, retener el aire durante 5 segundos y expúlsalo contando hasta 7 u 8 segundos. Prolongar la exhalación nos permite relajarnos. Repite esta forma de respiración entre 3 y 5 veces.
2º Observa y reconoce las sensaciones en el cuerpo, las emociones y los pensamientos que están presentes en tu experiencia interna.
Te puede ayudar hacerte preguntas como:
“¿Qué estoy sintiendo en este momento?”
“¿Qué pienso o siento realmente acerca de esta situación?”
“¿Qué está pasando dentro de mí en este momento?”
Nombra lo que está sucediendo dentro de ti, pero sin juzgarlo. Etiquetarlo te permitirá una conexión más clara con la experiencia del momento. Pero recuerda no juzgar ya que entonces estaríamos alimentando más el conflicto.
3º Permítete sentir lo que sientes. Los pensamientos y las emociones son naturales. Dales espacio para que circulen y se diluyan.